El grupo de edificios que conforman uno de los lados de la hoy llamada Jackson Square son la Catedral de San Luis, el Cabildo y el Presbiterio, y fueron reconstruidos bajo el auspicio y el mecenazgo de Almonaster. En realidad toda la plaza existe por esta familia porque si Almonaster pagó una mitad, su hija la baronesa Pontalba pagó la otra.
Don Andrés de Almonaster y Roxas nació en 1725 en Mairena de Alcor, un pueblo de la provincia de Sevilla, en una de esas familias hidalgas obsesionadas por la obtención de algún título nobiliario, y que por aquel tiempo luchaban por la supervivencia económica y financiera . Cuando tenía 44 años, después de algunos periplos por Madrid es enviado a Luisiana acompañando a los generales Alejandro O ‘Reilly y Luis de Unzaga , futuro gobernador de la colonia. Al llegar se le nombró Secretario de Guerra y tesorero real y otros cargos como notario, secretario, contador y registrador . En 1782, dejó todos estos cargos y , mira tú por donde, ya contaba con una gran fortuna a la vez que inmensas propiedades compradas en Nueva Orleans . Don Andrés había comprado unos viejos barracones franceses junto a la Plaza de Armas justo después del primer incendio de 1771. Siendo el Secretario de la corona , y todos los demás cargos, no le habría sido muy difícil coger de aquí o de allá para especular un poco con tierras, como algunas “ malas lenguas “ de la época documentan en algunos escritos.

La catedral , bueno en realidad aún una parroquia de simple estructura de madera construida por los primeros colonizadores franceses , se incendió en el gran incendio de 1788, junto al Cabildo y al Presbiterio, y fue Almonaster quien bajo un buen acto de caridad, y siempre persiguiendo la promesa de recibir un título nobiliario, quien se encargó en cuerpo y en alma en su reconstrucción. No se tardó mucho, y ya en 1794 ( cuando Carondelet era el gobernador ) se inauguró el edificio que un año antes había conseguido ser nombrado catedral de Nueva Orleans.
Él la pagó, y siempre la consideró su catedral, allí tenía una silla de honor y allí se le enterró. Nunca, sin embargo recibió ese título nobiliario, que siempre anheló.

Hoy en día se llama catedral de San Luis ( por el rey Luis IX de Francia ) y es la catedral católica en continuo más antigua de los Estados Unidos.
